III Encuentro de Turismo Cultural. NAyA.

“El turismo: espacio de diálogo intercultural”

Buenos Aires, 30-31 de octubre y 1° de noviembre de 2003.

EL PATRIMONIO INDUSTRIAL COMO RECURSO PARA ORGANIZAR RUTAS TURÍSTICAS.

Lic. Guillermina Fernández.

UNCPBA. CINEA.
Lic. Aldo Guzmán Ramos.

Asesoría en patrimonio industrial y turismo.
E-mail: aldo_ramos@hotmail.com

Resumen:

Generalmente se divide al patrimonio en dos grupos, cultural y natural. Dentro del primero podemos encontrar distintos tipos, por ejemplo el patrimonio etnográfico, arquitectónico, histórico... y el industrial. Este tipo de patrimonio involucra distintos objetos inmuebles como son las zonas de producción, de vivienda, etc. y los objetos muebles como las maquinarias, herramientas, archivos, etc., a esto pueden agregarse los modos de vida de los trabajadores, el know how de los procesos productivos, etc.

Considerando esto la presente ponencia tiene como objetivo presentar al patrimonio industrial como recurso para organizar rutas turísticas, que permitan en algunos casos recuperar espacios industriales abandonados o usar establecimientos industriales en funcionamiento pero que pueden incorporarse a este tipo de emprendimiento de desarrollo turístico. La creación de rutas turísticas puede permitir la reactivación de las economías locales, por constituirse en definitiva en una nueva actividad económica, que no necesita de grandes inversiones sino que es necesario pensar como constituirse en un atractivo para el turista. Lógicamente es necesario para esto una organización, donde compartan responsabilidades tanto el sector publico como el privado, pero siempre con un alto grado de participación social. De esta forma se puede, a través de las rutas turísticas industriales, generar un desarrollo turístico local y sustentable, permitiendo así a ciertos espacios periféricos integrarse a la economía.


Introducción.

El patrimonio cultural está constituido por todos aquellos elementos y manifestaciones tangibles o intangibles producidas por las sociedades, resultado de un proceso histórico en donde la reproducción de las ideas y del material se constituyen en factores que otorgan identidad y diferenciación. Dentro del patrimonio cultural podemos encontrar de manera más especifica al patrimonio industrial, dentro del cual podemos incluir inmuebles como las zonas de producción, de vivienda, etc. y objetos muebles como las maquinarias, herramientas, archivos, etc., a esto pueden agregarse los modos de vida de los trabajadores, el know how de los procesos productivos, etc.

Considerando esto la presente ponencia tiene como objetivo presentar al patrimonio industrial como recurso para organizar rutas turísticas, que permitan en algunos casos recuperar espacios industriales abandonados o usar establecimientos industriales en funcionamiento pero que pueden incorporarse a este tipo de emprendimiento de desarrollo turístico. La creación de rutas turísticas puede permitir la reactivación de las economías locales, por constituirse en definitiva en una nueva actividad económica, que no necesita de grandes inversiones sino que es necesario pensar como constituirse en un atractivo para el turista. Lógicamente es necesario para esto una organización, donde compartan responsabilidades tanto el sector publico como el privado, pero siempre con un alto grado de participación social. De esta forma se puede, a través de las rutas turísticas industriales, generar un desarrollo turístico local y sustentable, permitiendo así a ciertos espacios periféricos integrarse a la economía.

Patrimonio cultural e identidad social.

El patrimonio cultural de un país, región o ciudad está constituido por todos aquellos elementos y manifestaciones tangibles o intangibles producidas por las sociedades, resultado de un proceso histórico en donde la reproducción de las ideas y del material se constituyen en factores que identifican y diferencian a ese país o región.

El Patrimonio, relacionado con la herencia, es un concepto que alude a la historia, que se enlaza con la esencia misma de la cultura y es asumido directamente por los grupos locales. El Patrimonio es la síntesis de los valores identitarios de una sociedad que los reconoce como propios. Ello implica un proceso de reconocimiento intergeneracional de unos elementos (desde el territorio a la ruina) como parte del bagaje cultural, y su vinculación a un sentimiento de grupo (Santana, A: 2003). En ese instante el bien concreto estará a salvo, aunque sea  momentáneamente, y si bien su conservación no estará garantizada, al menos la sociedad sentirá como propia su destrucción y pérdida, por lo que se sentirá más involucrada
Ahora bien, un concepto moderno de patrimonio cultural incluye no solo los monumentos y manifestaciones del pasado (sitios y objetos arqueológicos, arquitectura colonial e histórica, documentos y obras de arte), sino también lo que se llama patrimonio vivo; las diversas manifestaciones de la cultura popular (indígena, regional, popular, urbana), las poblaciones o comunidades tradicionales, las lenguas indígenas, las artesanías y artes populares, la indumentaria, los conocimientos, valores, costumbres y tradiciones, características de un grupo o cultura. Este último constituye el patrimonio intelectual: es decir, las creaciones de la mente, como la literatura, las teorías científicas y filosóficas, la religión, los ritos y la música, así como los patrones de comportamiento y la cultura que se expresa en las técnicas, la historia oral, la música y la danza. Es posible conservar trazas materiales de este patrimonio en los escritos, las partituras musicales, las imágenes fotográficas o las bases de datos informáticas, pero no resulta tan fácil cuando se trata, por ejemplo, de un espectáculo o de la evolución histórica de un determinado estilo de representación o de interpretación.

Teniendo en cuenta esto, una entidad arqueológica, unos conocimientos no funcionales, un proceso productivo en desuso, etc., antes de su activación patrimonial son sólo piedras, artefactos y recuerdos. Después serán patrimonio institucional de un pueblo. Más tarde, con la divulgación y la vinculación histórica, patrimonio público. Luego, con su entrada en el mercado, podría ser patrimonio turístico.

Así, los elementos que constituyen el patrimonio cultural son testigos de la forma en que una sociedad o cultura se relacionan con su ambiente. (Casasola, L. 1990).  Forman parte del sistema de objetos y relaciones que se configuraron en otro momento, y adquieren valor para el conjunto de la sociedad actual, que se vincula a ellos de otra manera. Entonces el patrimonio cultural se constituye por una porción del ambiente transformado incluyendo formas de organización social, relaciones entre los diversos sectores de la sociedad y de las instituciones sociales.  Por otro lado cada sociedad rescata el pasado de manera diferente, seleccionando de éste ciertos bienes y testimonios los cuales están dotados de significado, y son resignificados nuevamente
El patrimonio, por lo tanto, es el producto de un proceso histórico, dinámico, una categoría que se va conformando a partir de la interacción de agentes y diferentes situaciones, que obligan a obtener una mirada a largo plazo, tanto en la concepción como en el uso de los recursos.

Finalmente, la información es un componente esencial del patrimonio: implica saber cómo, cuándo y por quién ha sido utilizado enriquece nuestra comprensión del contexto humano del que procede. En ocasiones, la transmisión de este tipo de información es tan importante como la del propio objeto al que se refiere, y de esta se obtienen elementos claves para su puesta en valor.

Hablar de patrimonio es considerar a la cultura resultante de la interacción de la sociedad con el ambiente, en donde se incluye el conocimiento, las aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad. Estas  manifestaciones y elementos son un reflejo de la respuesta que el hombre da a los problemas concretos  de su existencia y su relación con el entorno; esto es lo que lo hace válido para el desarrollo sustentable.

Considerando lo expresado, en este trabajo abordaremos dentro del patrimonio en general, el patrimonio industrial. En un esquema amplio podemos incluir dentro de este tipo de patrimonio a los inmuebles, (zonas de producción, de vivienda, etc.), los muebles (maquinaria, herramienta, los archivos, etc.) y a esto pueden agregarse los modos de vida de los trabajadores, el know how de los procesos productivos, etc.

El patrimonio industrial y su valoración turistico-recreativa.

A lo largo del tiempo algunos lugares han encontrado en su herencia industrial elementos patrimoniales que se han valorado en el mercado,  desde el punto de vista arquitectónico, museístico o recreativo. Ya en Estados Unidos y Gran Bretaña, desde finales de los '70, existen iniciativas para poner en valor algunas instalaciones industriales. Entre las más tempranas se encuentra la puesta en valor del núcleo manufacturero textil de Lowell, en Massachussets, desde 1977, al que siguieron otras diversas. El interés de las realizaciones norteamericanas explica que hayan sido tomadas como modelo en Europa; para tener una idea de su atractivo e impacto económico bastará con señalar que entre septiembre de 1983 y diciembre de 1987 las fundiciones de Birmingham, Alabama, recibieron unos 275.000 visitantes (Capel. H. 1996).

Desde hace ya algunos años se discute la posibilidad de revitalizar ciudades en crisis mediante el desarrollo del turismo y en especial cómo podrían convertirse las instalaciones industriales obsoletas a los usos turísticos. En Escocia, por ejemplo, se han valorado las antiguas industrias del hierro en Dunaskin, Ayrshire, investigando la promoción de la herencia industrial regional para el desarrollo económico. Ahora bien, esto no solo se ha  vinculado a sectores industriales, abandonados o antiguos, "... desde mediados de los años '80 no solo los establecimientos industriales antiguos, sino las grandes instalaciones industriales y los establecimientos científicos se convierten en objeto de atención y visita. En Alemania estas visitas gozan de una gran popularidad. Una reciente guía relaciona un total de 100 instalaciones y museos especialmente interesantes desde el punto de vista científico-técnico. En esa relación aparecen museos científico-técnicos especializados (de la navegación, agrarios, de la radio, óptico, de la fotografía, del automóvil, del ferrocarril, de la artesanía, de dirigibles, de motocicletas, de la electricidad...), puentes de diversas épocas, faros, puertos, astilleros, estaciones de ferrocarril, líneas ferroviarias de distintas épocas, ascensores de montaña de principios de siglo, canales, esclusas, refinerías y otras instalaciones petrolíferas, molinos de vientos, diques secos, industrias textiles, forjas y herrerías, presas, teatros especialmente interesantes por sus estructuras escenográficas, grandes excavadoras, instalaciones aeroespaciales, campos de antenas parabólicas, estaciones de seguimiento de satélites, aeropuertos, acueductos, edificios equipados con energía solar, centros de investigación física, instalaciones de producción de energía a partir de procesos biológicos, centros de control de tráfico, fábricas de vidrio, instalaciones para el abastecimiento de agua potable, estaciones de tratamiento de basuras y de aguas residuales, campos de experimentación con biomasa". (Capel, H. 1996)
Si bien estas experiencias tienen, en muchas ocasiones, un fin de tipo educativo, no puede negarse el atractivo potencial de las instalaciones industriales de todo tipo que permiten incorporar distintos procesos históricos de desarrollo, la evolución de las formas laborales, los cambios socioeconómicos presentes en determinada microsociedad por efectos de la urbanización fabril y las nuevas tecnologías, y otros elementos que pueden vincularse a segmentos de mercado no directamente asociados a un turismo educativo. El patrimonio industrial y técnico podría constituir una oferta competitiva con otros de carácter tradicional, complementando dicha oferta y contribuyendo a aumentar los atractivos turísticos regionales, con la potencial repercusión sobre el desarrollo económico local. Procesos que se articulan con maquinarias, hornos, plantas extractivas del pasado y del presente y sus respectivas unidades habitacionales, todos elementos que sin ninguna duda transformaron a los actores sociales, su cultura y el territorio mismo, y que tienen un potencial para ser "recreados" y convertidos en atractivos turísticos o recreativos.

Algunos, de estos proyectos se incluyen dentro de los movimientos de dinamización territorial que en las últimas décadas proponen que es posible observar que los recursos del turismo, el ocio, la promoción cultural, natural y de cualquier tipo de atractivo con un cierto interés, integran una potencial estrategia de futuro en algunas áreas del interior. “...Se contemplan estos recursos como una alternativa para un nuevo modelo de desarrollo local que ayude a superar un periodo de recesión económica, demográfica y social, consecuencia de la desaparición o el declive irreversible de las actividades productivas tradicionales, y de su no- sustitución por otras en breve”. (Llurdes i Coit, 1995).

Esto se ha visto favorecido  por cambios dentro del turismo, y  que se reflejan entre otras cosas, por la  transformación del perfil del turista, por efectos del incremento de los niveles culturales, educativos y las mejores condiciones de vida. Cambios en las formas de concebir el tiempo libre, de revalorizar otros lugares, menos masificados y especiales.  Esto ha significado que en la competencia para atraer este nuevo tipo de turismo alternativo se diseñen propuestas nuevas e imaginativas, en sitios no tradicionales y con valor histórico-cultural, o natural
Algunos países desarrollados, caracterizados por poseer un turismo tradicional intentan atraer a este nuevo tipo de turistas interesados en otras alternativas, debiendo establecer otros medios de gestión dirigidos al mantenimiento y en algunos casos a la restauración de antiguas estructuras fabriles, por ejemplo. Esto es un serio problema, especialmente en los países en vías de desarrollo, puesto que es restringido el acceso a recursos destinados a este tipo de actividades y también reducida o inexistente la jurisprudencia referida al resguardo del patrimonio industrial.

Pero debe considerarse válida esta opción si se tienen en cuenta los potenciales peligros de destrucción, desaparición o abandono, que se relaciona con vestigios industriales del siglo XIX que se enfrentan actualmente a la dinámica de las explotaciones mineras.

Incluso, desde hace ya algunos años se analiza la posibilidad de que el turismo pueda convertirse en un motor de desarrollo en áreas económicamente deprimidas y la forma en que se pueden adecuar las instalaciones inactivas, tanto desde el punto de vista ingenieril como urbanístico, con una nueva funcionalidad didáctica y cultural en el marco de un proyecto turístico. En dicho marco el turismo industrial ha tenido un crecimiento muy importante en los países europeos, en los últimos años y está relacionado no sólo con la implementación de recorridos a los circuitos industriales antiguos, sino también a los complejos industriales actuales. Estas experiencias han sido denominadas como turismo alternativo junto a otras modalidades como el ecoturismo, el agroturismo, el turismo de aventura, etc.

Pero la implementación de una propuesta de estas características no se produce sin obstáculos. Se necesita desde luego una buena disposición de las empresas y entidades municipales, cuestión esta que presenta en la mayoría de los casos situaciones conflictivas y puja de intereses que pueden hacer fracasar las gestiones. Por ejemplo, la visita a establecimientos que están en actividad, podría ocasionar problemas y molestias en los procesos de producción, o en ocasiones las instalaciones no están preparadas para ser recorridas por visitantes. Por otro lado, también es necesario pensar como hacerlos atractivos para el turista, dado que por si solos carecen de valor.

Por otro lado, y desde un punto de vista económico,  la puesta en valor además de generar empleos directos e indirectos, mantiene una dinámica productiva que permite el mantenimiento edilicio de las plantas,  así como el fortalecimiento de la imagen de la empresa en ciertos sectores.  Esto revisado en contexto mayor puede significar la recuperación de espacios abandonados por la industria, incluso a partir del cambio del uso del espacio y su resignificación, permitiendo, mediante la actividad turística, plantear la recuperación de áreas donde la perdida de actividades productivas (por agotamiento de los recursos naturales en algunos casos y por efectos de políticas económicas globales a partir de los ’80, en otros) han dejado de proveer recursos, dando origen a la conformación de pueblos fantasmas. Manifestación de infraestructuras y construcciones representadas por unidades habitacionales o comunidades de fábrica luego del abandono de unidades productivas como los antiguos hornos caleros de las primeras décadas del siglo XX, y que formaron parte de una lógica territorial diferente.

Así desde estas construcciones manifestadas como una pesada herencia, de aparente escaso valor se puede proyectar. Con el "pasado industrial, es posible realizar emprendimientos cuyos objetivos deben ser culturales, haciendo accesible al público un patrimonio industrial de enorme potencial, sensibilizando a los visitantes con la diversidad y riqueza de la actividad industrial y los problemas medioambientales que las empresas extractivas han generado. También educativos, dirigidos sobre todo a los niveles primarios y secundarios, despertando el interés de los jóvenes por las múltiples facetas de la ciencia, la tecnología y los procesos de cambio que dieron como resultado un sistema industrial y minero de enorme capacidad productiva" (Paz, C. y Visvequi, R., 2001).

Al respecto, es necesario considerar esto particularmente pensando que, no solo es importante recuperar el patrimonio industrial, también es posible incluir el espacio, porque como expresa Lecours (1999) “... si el territorio es el soporte fundamental de la industrialización, hay que comprender al territorio para comprender la industrialización. En la interpretación y la puesta en valor del patrimonio industrial se debe tener en cuenta asimismo, el contexto espacial y temporal más amplio posible, intentando mostrar luego el contexto global donde han funcionado y funcionan distintas empresas.

Pero implementa actividades turísticas a partir del patrimonio industrial no es tarea fácil, y es necesario destacar que existen situaciones o elementos que impiden en ocasiones acercar los bienes industriales, como elementos patrimoniales. Dietrich Soyez (citado en Capel, H. 1996) señala que  las principales barreras que se presentan son:
Cognitivas: como la idea de que la industria no es un bien cultural, no tiene valores estéticos, no es interesante, o que la visita a ese tipo de instalaciones no es elegante.

Económicas: los dueños de las instalaciones obsoletas pueden pensar que es más rentable vender la maquinaria como chatarra, o enajenar el terreno, o dedicar el edificio a otras ocupaciones; hay también dificultades para el cambio de funciones, y es elevado el coste de la restauración.

Legales o administrativas: derivadas de las competencias poco claras sobre las actuaciones a realizar; o físicas, relacionadas con la lejanía de algunas instalaciones respecto a las rutas turísticas tradicionales, e incluso con relación a potenciales accidentes.

Por esto el desarrollo de actividades turísticas relacionadas con la historia y la actividad industrial, es escaso y de tratamiento muy reciente a escala mundial, más aún cuando se trata de su puesta en práctica. Por esta razón es necesario realizar estudios para analizar las posibilidades de desarrollar el turismo industrial, pensando en el turista interno, pero también en el internacional.

El desarrollo de esta actividad es posible de forma aislada generando proyectos en distintos del territorio o integrar diferentes elementos del patrimonio industrial a través de rutas turísticas. Esta ultima permite un desarrollo regional integral (aunque también necesita de mayor participación social) y posibilita que establecimientos industriales que no pueden generar atracción por si solos se integren a otros.

Rutas turísticas y patrimonio industrial.

Como fue explicado el patrimonio industrial, como bien cultural es un recurso social y económico, y los restos físicos de ese pasado industrial o los establecimientos que se encuentran en funcionamiento pero que otorgan a la sociedad local cierta identidad, son potencialmente recursos para el turismo cultural.

La puesta en valor del recurso histórico encerrado en el patrimonio industrial, puede ser una herramienta de desarrollo local posible y el turismo industrial un eje estratégico de crecimiento.

Si bien el patrimonio industrial puede ser utilizado por el turismo de manera aislada, la integración de este en rutas turísticas permitiría un mejor aprovechamiento de los recursos. Por esta razón a continuación presentaremos en forma breve y general el uso turístico del patrimonio industrial a partir de la organización de rutas, considerando fundamentalmente que este mecanismo puede ser un motor de desarrollo local, tanto urbano como rural.

En primer lugar es necesario definir que es una ruta turística. Esta se compone de un conjunto de locales, en nuestro caso de establecimientos industriales o construcciones relacionadas a la producción, organizados en forma de red dentro de una región determinada y que estando debidamente señalizadas, suscitan un reconocimiento de interés turístico.

Las rutas se organizan en torno a un tipo de actividad industrial que caracteriza la ruta y le otorga su nombre. La ruta debe ofrecer a quienes la recorren una serie de placeres y actividades relacionadas con los elementos distintivos de la misma.

En el proceso de puesta en marcha de una ruta es importante definir objetivamente cuales son las condiciones para su funcionamiento, implicando a los actores locales que potencialmente podrían pertenecer a ella en la definición de las actividades que van a desarrollar en su ámbito. Cabe aclarar que si la población local no esta interesada en el proyecto la posibilidad de éxito es nula, por esto que es primordial generar en principio un ámbito de participación social, que si bien estará guiada por expertos debe considerar verdaderamente los intereses de la sociedad local.

Los establecimientos que se adhieren están obligados a respetar una serie de criterios que van desde el interés turístico de la actividad desarrollada hasta los servicios prestados, pasando por la calidad de las infraestructuras disponibles, que deberán ser fijadas de común acuerdo, considerando la demanda turística.

En definitiva, para el caso particular analizado, la ruta es un itinerario que permite reconocer y disfrutar de forma organizada el proceso productivo industrial (en el medio urbano o rural), como expresión de la identidad cultural.

La organización de rutas turísticas a partir del patrimonio industrial permitiría:

  • Consolidar la cultura productiva regional
  • Dinamizar las economías regionales y locales.
  • Sensibilizar y concientizar de la importancia del patrimonio industrial para recuperar la identidad de los pueblos
  • Incorporar a los grandes circuitos nacionales otros circuitos turísticos localizados en espacios marginados.
  • Preservar el patrimonio industrial y dar a conocer condiciones de trabajo y procesos técnicos-productivos, actuales y pasados.
  • Promover el desarrollo productivo local a partir de un Plan Estratégico para el patrimonial industrial y su valoración turística.

 

Las rutas se conforman con los empresarios que deben, en sus establecimientos, recibir a los turistas brindándoles diferentes servicios e información. Esto puede ser provisto por alguna persona y por cartelería y folletos disponibles para el turista.

Por otro lado es posible concentrar parte del servicio al turista en algún punto (Por ejemplo: un Centro de Interpretación de la Industria local, un Ecomuseo de un área o pueblo fabril, etc.), evitando de esa forma recargar a los establecimientos o sitios industriales que pueden tener parte de su infraestructura poco apropiada para recibir personas ajenas a la actividad, y si bien esta debe adecuarse a la actividad turística en ocasiones una parte importante del establecimiento o sitio industrial queda fuera del alcance de los turistas.

Entre los elementos que caracterizan a una ruta pueden mencionarse los siguientes:

  • Una producción o actividad particular que la distingue (Por ejemplo: Ruta de establecimientos textiles).
  • Un itinerario desarrollado sobre la base de la Red Vial u otro tipo de comunicación (Por ejemplo: una ruta de aserraderos a orillas de un río puede ser recorrida por algún tipo de embarcación)
  • La existencia de una normativa para el funcionamiento de los integrantes.
  • Una organización local que brinde información sobre la ruta, en la cual participaran personas relacionadas directamente a la actividad industrial o no.
  • Un sistema de señalización de la ruta.
  • Un mapa conteniendo información explicativa sobre la misma.

El desarrollo de rutas de turismo industrial.

Para desarrollar una ruta turística a partir del patrimonio industrial, es necesario definir ciertas estrategias a seguir, tanto por parte de los gobiernos, ya que el sector público debe crear las condiciones para favorecer la participación de los demás actores sociales, por ejemplo a través de un marco normativo, estímulos fiscales, etc., como por parte de los ciudadanos para recuperar las áreas industriales abandonadas dentro del paisaje urbano o en el medio rural o utilizar establecimientos que están funcionando y quieren aumentar sus ingresos, creando rutas turísticas. En definitiva es necesario involucrar al gobierno nacional, provincial, municipal, comunidades locales y a los propietarios de los inmuebles para recuperar el patrimonio industrial y explotarlos turísticamente.

Una vez lograda la articulación de los distintos sectores, es fundamental realizar un estudio sistemático del patrimonio industrial para evaluar particularidades, diversidad y potencial como recurso turístico. En este punto existen numerosos trabajos sobre patrimonio industrial desde distintas disciplinas como la arquitectura, antropología, diseño industrial, historia, etc. pero sin relación entre ellos ni con la actividad turística en la mayoría de los casos. En las últimas tres décadas, la arqueología industrial, ha realizado importantes aportes, explicando a la industria en su contexto social y la importancia de la revitalización de las viejas y nuevas arquitecturas industriales.

El inventario a realizar implica considerar todo el conjunto de elementos preindustriales e industriales, así como las obras públicas, vinculados al desarrollo industrial, es decir, todos aquellos testimonios del trabajo industrial.

De esta forma deberán considerarse:

  • La industria agroalimentaria (molinos y fábricas de harina, bodegas, azucareras, fabricas de pastas, galletas, chocolates, conservas, etc.).
  • La industria textil (fábricas de seda, algodón, mantas, cesterías, etcétera).
  • La industria de la construcción y derivados (hornos de cal y yeso, cementeras, fábricas de ladrillos y cerámicas, aserraderos, etcétera).
  • La industria química (fábricas de tabaco, curtidos, jabón, explosivos, papel, etc.).
  • La industria extractiva y minera (salinas, canteras, instalaciones mineras, etc.).
  • Otras industrias (metalúrgica, imprenta, vidrio, etc.).
  • Los servicios, comunicaciones y obras públicas (mercados, mataderos, lavaderos, centrales eléctricas, presas, canales, estaciones de ferrocarril, puentes, etc.).

Este problema de la falta de estudios es grave porque todos sabemos que la conservación del patrimonio por el hecho de constituir la identidad de una comunidad no es suficiente en ocasiones y es necesario presentar un Plan de Preservación y Conservación que incluya algún tipo de uso, el cual debe implicar un ingreso económico, tanto de forma directa como indirecta.

De esta manera se pretende un desarrollo integral que haga productiva la inversión en la recuperación del patrimonio, impulsando la economía local y garantizando un desarrollo sustentable.

Así, la adecuada conformación y promoción de rutas temáticas de la actividad industrial podrían posibilitar la activación de recursos económicos, la creación de empleo y el conocimiento, por parte de turistas y visitantes, de formas de vida y trabajo que representan diversas identidades.

Por otro lado este tipo de programa de desarrollo permitiría recuperar y conservar el patrimonio industrial con el fin de mantener y/o reconstruir la memoria e identidad colectiva de cada localidad, por ser los establecimientos fabriles el escenario de la formación de una identidad y cultura del trabajo industrial.

Conclusión.

Para finalizar la presente ponencia simplemente expresaremos que proteger y conservar el patrimonio industrial es fundamental por ser parte de nuestra identidad como sociedades y como individuos, pero lamentablemente esto, en ocasiones, no es posible porque vivimos en un mundo regido pura y exclusivamente por las normas del mercado libre, reduciendo todo simplemente a los beneficios económicos. Frente a esto, solo quedan dos caminos, enfrentarnos a este modelo en una lucha desigual, aunque no por eso poco noble, pero que en la mayoría de los casos termina siendo infructuosa, o intentamos generar planes que permitan salvaguardar nuestro patrimonio industrial (o por lo menos una parte del mismo) incorporándolo a la economía a partir de la actividad turística, la cual permite utilizar el patrimonio sin necesidad de transformaciones significativas. Esta ultima opción no significa rendirse a los caprichos del capitalismo actual, ni tampoco intenta ser una receta para acomodarse al modelo económico, sino más bien pretende ser una simple propuesta para resguardar parte del patrimonio industrial y al mismo tiempo generar ciertos ingresos para innumerables comunidades que han quedado fuera de las ventajas que puede implicar la economía global.

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